Jesús les dijo:
--¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios!
Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo.
Entre tanto, Jesús se había quedado dormido en la parte de atrás de la barca, recostado sobre una almohada. Los discípulos lo despertaron y le gritaron:
--Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?
Cuando Jesús vio que se estaba juntando mucha gente a su alrededor, reprendió al espíritu malo y le dijo:
--Espíritu malvado, que impides hablar a este joven, ¡te ordeno que salgas y no vuelvas a entrar en él!
Jesús reprendió al espíritu malo y le dijo:
--¡Cállate! ¡Sal de este hombre!
El espíritu malo lanzó al hombre al suelo, delante de todos, y salió de él sin hacerle daño.
Jesús fue a verla y ordenó que la fiebre se le quitara. La fiebre se le quitó, y la suegra de Simón se levantó y les dio de comer a los que estaban en la casa.