Y como Jesús no le respondía, el gobernador se quedó asombrado. ¡Que lo claven en una cruz!
Los sacerdotes principales y los líderes del país acusaban a Jesús delante de Pilato, pero Jesús no respondía nada.
Y como Jesús no respondió nada, el gobernador se quedó muy asombrado. ¡Que lo claven en una cruz!
Por eso, Pilato volvió a preguntarle: --Mira, te acusan de muchas cosas. ¿No vas a defenderte?
Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no respondió nada.
Volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: --¿De dónde eres? Pero Jesús no le contestó.
Pero me parece que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha dejado en el último lugar. Parecemos prisioneros condenados a muerte. Somos la diversión del mundo entero, ¡y hasta de los ángeles!