Muy de mañana, llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Los jefes de los judíos no entraron al palacio porque la ley no les permitía entrar a la casa de un extranjero antes de la cena de la Pascua.
En la ciudad de Cesarea vivía un hombre llamado Cornelio. Era capitán de un grupo de cien soldados romanos, al que se conocía como Regimiento Italiano.