Esta mujer hizo lo único que podía hacer: echó perfume sobre mi cabeza, sin saber que estaba preparando mi cuerpo para mi entierro.
Esta mujer echó perfume sobre mi cabeza, sin saber que estaba preparando mi cuerpo para mi entierro.
Ya era viernes por la tarde, y los judíos se estaban preparando para las celebraciones especiales del día fsábado.
Por eso fue y bajó de la cruz el cuerpo, lo envolvió en una tela fina, y lo puso en una tumba hecha en una gran roca. Esa tumba nunca antes había sido usada.
Si realmente desean contribuir, Dios acepta con agrado sus ofrendas, pues él no espera que demos lo que no tenemos.