Si Dios ha unido a un hombre y a una mujer, nadie debe separarlos.
Más tarde, cuando ya estaban en casa, los fdiscípulos preguntaron de nuevo a Jesús sobre el divorcio.
Los dos vivirán como si fueran una sola persona. Así, los que se casan ya no viven como dos personas separadas, sino como si fueran una sola.