Jesús recorría toda la región de Galilea. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y sanaba a todos los que estaban enfermos.
Un sábado, Jesús y sus discípulos caminaban por un campo sembrado de trigo. Los discípulos comenzaron a arrancar espigas y a frotarlas entre las manos para sacar el trigo y comérselo.
Algunos fariseos dijeron: 'A ese hombre no lo ha enviado Dios, pues desobedece la ley que prohíbe trabajar en sábado'. Pero otros decían: '¿Cómo puede un pecador hacer milagros como este?' Y no se ponían de acuerdo.