'Por último, llegó el empleado que había recibido mil monedas y dijo: 'Señor, yo sabía que usted es un hombre muy exigente, que pide hasta lo imposible.
'Ellos me responderán: 'Señor, nunca te vimos con hambre o con sed. Nunca supimos que tuviste que salir de tu país, ni te vimos sin ropa. Tampoco supimos que estuviste enfermo o en la cárcel. Por eso no te ayudamos'.
¡Obedezcan el mensaje de Dios! Si solo lo escuchan y no lo obedecen, se engañan a ustedes mismos y les sucederá lo mismo que a quien se mira en un espejo: tan pronto como se va, se olvida de cómo era.