Jesús fue a verla y ordenó que la fiebre se le quitara. La fiebre se le quitó, y la suegra de Simón se levantó y les dio de comer a los que estaban en la casa.
Un día, Jesús estaba en un pueblo. De pronto, llegó un hombre que estaba enfermo de lepra; se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con su frente, y le suplicó:
--Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?
Después, Jesús le dijo:
--No le digas a nadie lo que sucedió. Ve con el sacerdote y lleva la ofrenda que Moisés ordenó; así los sacerdotes verán que ya no estás enfermo.