Cuando Simeón terminó de hablar, Ana se acercó y comenzó a alabar a Dios, y a hablar acerca del niño Jesús a todos los que esperaban que Dios liberara a Jerusalén.
Cierto día, estando reunidos, los apóstoles le preguntaron a Jesús:
--Señor, ¿no crees que éste es un buen momento para que les des a los israelitas su propio rey?
Y todos ellos cantaban esta nueva canción:
'Sólo tú mereces tomar el libro
y romper sus sellos.
Porque fuiste sacrificado,
y con tu sangre
rescataste para Dios,
a gente de toda raza,
idioma, pueblo y nación.