Pero los acusadores insistieron:
--Con sus enseñanzas está alborotando al pueblo. Lo ha hecho en toda la región de Judea. Comenzó en la región de Galilea y ahora ha llegado aquí.
Pilato vio que ya no le hacían caso, y que aquello podía terminar en un alboroto muy peligroso. Entonces mandó que le llevaran agua, se lavó las manos delante de la gente y dijo:
--Yo no soy culpable de la muerte de este hombre. Los culpables son ustedes.
Jesús recorría toda la región de Galilea. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y sanaba a todos los que estaban enfermos.
Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Allí encontró a Felipe, que era de Betsaida, el pueblo donde vivían Andrés y Pedro. Jesús le dijo a Felipe: 'Sígueme'.
Pero la gente gritó:
--¡Clávalo en una cruz! ¡Clávalo en una cruz!
Pilato les preguntó:
--¿De veras quieren que mate a su rey?
Y los sacerdotes principales le respondieron:
--¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador de Roma!
El alboroto era cada vez peor. Entonces el jefe de los soldados romanos tuvo miedo de que mataran a Pablo, y ordenó que vinieran los soldados y se lo llevaran de nuevo al cuartel.