Pero el otro hombre lo reprendió: --¿No tienes miedo de Dios? ¿Acaso no estás sufriendo el mismo castigo?
'Entonces se acercaron los trabajadores que llegaron a las cinco de la tarde y recibieron el salario de un día completo.
Jesús les dijo: --¿Por qué están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios! Jesús se levantó y les ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo.
Tengan más bien temor de Dios, pues él no sólo puede quitarles la vida, sino que también puede enviarlos al infierno. A él sí deben tenerle miedo.
Uno de los criminales que estaban clavados junto a Jesús también lo insultaba: --¿No que tú eres el Mesías? Sálvate tú, y sálvanos a nosotros también.
Nosotros sí merecemos el castigo, porque hemos sido muy malos; pero este hombre no ha hecho nada malo para merecerlo.
No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios, pues sus hechos no aprovechan de nada. Al contrario, háganles ver su error.
Dios mío, todos te honran y te alaban, pues sólo tú eres santo. Todos los países del mundo vendrán a adorarte, pues bien saben que eres justo'.