Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos ellos, y en seguida empezaron a hablar en otros idiomas. Cada uno hablaba según lo que el Espíritu Santo le indicaba.
Pero Pablo también le habló de que tenía que vivir sin hacer lo malo, que tenía que controlarse para no hacer lo que quisiera, sino sólo lo bueno, y que algún día Dios juzgaría a todos. Entonces Félix se asustó mucho y le dijo: 'Vete ya; cuando tenga tiempo volveré a llamarte'.