Una mujer de esa región, que era del grupo al que los judíos llamaban cananeos, se acercó a Jesús y le dijo a gritos:
--¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!
Desde entonces, el espíritu malo siempre ha querido matarlo, lanzándolo al fuego o al agua. Por favor, haz algo para ayudarnos. ¡Ten compasión de nosotros!
Jesús los vio y les dijo:
--Vayan al templo, para que los sacerdotes los examinen y vean si ustedes están totalmente sanos.
Y mientras los diez hombres iban al templo, quedaron sanos.