'El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó un poco más atrás. Ni siquiera se atrevía a levantar la mirada hacia el cielo, sino que se daba golpes en el pecho y decía: '¡Dios, ten compasión de mí y perdóname por todo lo malo que he hecho!''
Un día, Jesús estaba en un pueblo. De pronto, llegó un hombre que estaba enfermo de lepra; se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con su frente, y le suplicó:
--Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?