Y toda la gente, tanto la que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba:
'¡Sálvanos, Mesías nuestro!
¡Bendito tú, que vienes de parte de Dios!
Por favor, ¡sálvanos, Dios altísimo!'
'¡Gente de Jerusalén, gente de Jerusalén! Ustedes matan a los profetas y a los mensajeros que Dios les envía. Muchas veces quise protegerlos, como la gallina que cuida a sus pollitos debajo de sus alas, pero ustedes no me dejaron.
A unos los matarán con espada, y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será destruida y conquistada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente sea destruida. El regreso del Hijo del hombre
cortaron ramas de palmera y salieron a encontrarlo, gritando:
'¡Sálvanos, oh Dios!
¡Bendito el que viene de parte de Dios!
¡Bendito sea el Rey de Israel!'