Por eso, no culpen a nadie antes de que Jesucristo vuelva. Cuando él venga, mostrará todo lo que está oculto y lo que piensa cada uno. Entonces Dios le dará a cada uno el premio que se merezca.
Porque todos nosotros vamos a tener que presentarnos delante de Cristo, que es nuestro juez. Él juzgará lo que hicimos mientras vivíamos en este cuerpo, y decidirá si merecemos que nos premie o nos castigue. ¡Seamos amigos de Dios!