Si la gente merece el bien, el deseo de ustedes se cumplirá. Pero si no lo merece, no se cumplirá su deseo.
Cuando lleguen a alguna casa, saluden a todos los que vivan allí, deseando que les vaya bien.
No anden de casa en casa. Quédense con una sola familia, y coman y beban lo que allí les den, porque el trabajador merece que le paguen.
No se dejen engañar con ideas tontas, pues por cosas así Dios castigará terriblemente a quienes no le obedecen.
Que el Señor que da la paz, les dé paz en todo lugar y en todo tiempo, y los acompañe siempre.
A los que buscan la paz entre las personas, Dios los premiará con paz y justicia.
Antes de que ustedes conocieran la buena noticia acerca de Jesucristo, hacían todo lo malo que querían. Ahora, por el contrario, deben obedecer a Dios en todo, como buenos hijos.