Pedro les hizo señas para que se callaran, y empezó a contarles cómo Dios lo había sacado de la cárcel. También les dijo: 'Vayan y cuenten esto a Jacobo y a los demás seguidores de Jesús'. Luego se despidió de todos, y se fue a otro pueblo.
Varios de los líderes judíos empujaron a un hombre, llamado Alejandro, para que pasara al frente y viera lo que pasaba. Alejandro levantó la mano y pidió silencio para defender a los judíos.
El jefe le dio permiso. Entonces Pablo se puso de pie en las gradas del cuartel y levantó su mano pidiendo silencio. Cuando la gente se calló, Pablo les habló en arameo y les dijo: