Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron: --Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés.
La gente que pasaba por allí insultaba a Jesús y se burlaba de él, haciéndole muecas
»Dios los bendecirá cuando, por causa mía, la gente los maltrate y diga mentiras contra ustedes.
Moisés les dio a ustedes la ley y, sin embargo, ninguno la obedece. ¿Por qué quieren matarme?
Entonces le contestaron: --Ahora resulta, que tú siendo pecador desde que naciste nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!
Algunos de ustedes dicen con orgullo que son judíos. Se sienten muy seguros porque tienen la ley de Moisés y están orgullosos de su Dios.
Nos cansamos trabajando con nuestras manos. Bendecimos a los que nos insultan. Cuando sufrimos, lo soportamos con paciencia.
Cuando lo insultaban, jamás contestaba con insultos, y jamás amenazó a quienes lo hicieron sufrir. Más bien, dejó que Dios se encargara de todo y lo cuidara, pues Dios juzga a todos con justicia.