Mientras tanto, Pedro seguía calentándose junto a la fogata, y alguien le preguntó:
--¿No eres tú uno de los seguidores de Jesús?
--No, no lo soy --insistió Pedro--.
Mientras sucedía todo esto, Pedro estaba sentado en el patio del palacio. De pronto, una sirvienta se le acercó y le dijo:
--Tú siempre estabas con Jesús, el de Galilea.