Cuando Jesús recibió el mensaje, dijo: 'Esta enfermedad no terminará en muerte. Servirá para mostrar el poder de Dios, y el poder que tengo yo, el Hijo de Dios'.
Los judíos y los no judíos que vivían en Éfeso se dieron cuenta de lo que pasó, y tuvieron mucho miedo. Y por todos lados se respetaba el nombre del Señor Jesús.
Espero firmemente no hacer nada que pueda avergonzarme. Al contrario, ya sea que viva o que muera, quiero portarme siempre con valor para que, por medio de mí, la gente hable de lo maravilloso que es Cristo.
Esto sucederá cuando el Señor Jesucristo vuelva para que todo su pueblo especial lo alabe y admire. Y ustedes son parte de ese pueblo, pues han creído en el mensaje que les dimos.
Pero ustedes son miembros de la familia de Dios; son sacerdotes al servicio del Rey; son su pueblo. Fue Dios quien los sacó de la oscuridad del pecado y los hizo entrar en su luz maravillosa. Por eso, anuncien las maravillas que Dios ha hecho.