Cuando le tocó el turno a Pedro, le dijo a Jesús: --Señor, no creo que tú debas lavarme los pies.
Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo: --¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador!
Aunque yo llegué primero, él es más importante que yo, y ni siquiera merezco ser su esclavo.
Luego echó agua en una palangana y comenzó a enjuagar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla.
Jesús le respondió: --Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.