María, su otra hermana, tomó una botella de un perfume muy caro y perfumó los pies de Jesús. Después los secó con sus cabellos, y toda la casa se llenó con el olor del perfume.
Tú no me pusiste aceite sobre la cabeza. Ella, en cambio, me ha perfumado los pies.
Después de decir esto, Marta llamó a María y le dijo en secreto: 'El Maestro ha llegado, y te llama'.
Cuando María llegó adonde estaba Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: --Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José.