Yo le he mostrado a un hombre llamado Ananías, el cual llegará a poner sus manos sobre él para que pueda ver de nuevo.
y le rogó: --Mi hijita está a punto de morir. ¡Por favor, venga usted a mi casa a poner sus manos sobre ella, para que sane y pueda vivir!
Luego los llevaron ante los apóstoles, y estos pusieron sus manos sobre la cabeza de cada uno y oraron.
En Damasco vivía un seguidor de Jesús llamado Ananías. En una visión que tuvo, oyó que el Señor lo llamaba: --¡Ananías! ¡Ananías! --Señor, aquí estoy --respondió. Y el Señor le dijo: