Mucha gente de los pueblos cercanos a Jerusalén también llevaba enfermos y gente con espíritus malos. Y todos eran sanados. Los apóstoles y la Junta Suprema
Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios lo habían engañado, se puso muy furioso y mandó matar a todos los niños menores de dos años, que vivieran en Belén y sus alrededores.
Jesús se hizo muy famoso en toda la región de Siria. La gente le traía personas que sufrían dolores y enfermedades, o que tenían demonios. También le traían a los que sufrían de ataques o que no podían caminar ni moverse, y a todos ellos los sanó.
Al anochecer, la gente llevó a muchas personas que tenían demonios. Jesús echó a los demonios con una sola palabra. También sanó a todos los enfermos que estaban allí.
En cierta ocasión Jesús estaba enseñando en una casa. Allí estaban sentados algunos fariseos y algunos maestros de la Ley. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, de Judea, y de la ciudad de Jerusalén, para oír a Jesús.
Y como Jesús tenía el poder de Dios para sanar enfermos,
Pero tan pronto como la gente se dio cuenta de que Jesús se había ido a Betsaida, lo siguió.
Jesús recibió a toda la gente amablemente y empezó a hablarles acerca del reino de Dios. También sanó a los enfermos.
Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.
Ayúdanos a sanar a los enfermos, y a hacer milagros y señales maravillosas. Así harás que la gente vea el poder de Jesús, a quien tú llamaste a tu servicio'.
La gente sacaba a los enfermos en camas y en camillas, y los ponía en las calles por donde Pedro iba a pasar, esperando que por lo menos su sombra cayera sobre alguno y lo sanara.
Por eso, confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que Dios los sane. La oración de una persona buena es muy poderosa, porque Dios la escucha.