Los de la Junta ordenaron sacar de la sala a los acusados y se pusieron a discutir entre ellos.
Pero ahora yo les aseguro que cualquiera que se enoje con otro tendrá que ir a juicio. Cualquiera que insulte a otro será llevado a los tribunales. Y el que maldiga a otro será echado en el fuego del infierno.
Y no podían acusarlos de nada porque allí, de pie junto a ellos, estaba el hombre que había sido sanado.