Sin embargo, Pedro le dijo: 'No tengo oro ni plata, pero te voy a dar lo que sí tengo: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, te ordeno que te levantes y camines'.
y de un salto, se puso en pie y empezó a caminar. Alegremente, y sin pensarlo dos veces, entró al templo con Pedro y Juan, caminando y saltando y alabando a Dios.
'¿Qué vamos a hacer?', se decían. 'No podemos acusarlos de mentirosos, pues lo que hicieron por ese hombre es realmente un milagro, y todos en Jerusalén lo saben'.
Otros decían: