Entonces Ananías, el jefe de los sacerdotes, ordenó que golpearan a Pablo en la boca.
Entonces algunos le escupieron en la cara y otros lo golpearon. Aun otros le pegaban en la cara,
Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo lo golpeó en la cara y le dijo: --¡Esa no es manera de contestarle al jefe de los sacerdotes!
Jesús le respondió: --Si dije algo malo, dime qué fue. Pero si lo que dije está bien, ¿por qué me golpeas?
Cinco días después, el jefe de los sacerdotes y unos líderes de los judíos llegaron a Cesarea, acompañados por un abogado llamado Tértulo. Todos ellos se presentaron ante el gobernador Félix para acusar a Pablo.