Pero algunos comenzaron a burlarse de los apóstoles, y los acusaban de estar borrachos.
Se equivocan si creen que estamos borrachos. ¡Apenas son las nueve de la mañana!
Supongamos que todos los de la iglesia se reúnen y comienzan a hablar en idiomas desconocidos. Si en ese momento entra gente de afuera, o algunos que no creen en Cristo, van a pensar que ustedes están locos.
No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que el Espíritu Santo los llene y los controle.