Al oír todo eso, la gente de la ciudad y las autoridades se pusieron muy inquietas y nerviosas.
El rey Herodes y todos los habitantes de Jerusalén se pusieron muy nerviosos cuando oyeron hablar de esto.
'Cuando los lleven a las sinagogas o ante los jueces y las autoridades para ser juzgados, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a defenderse.
Si lo dejamos, todos van a creer que él es el Mesías. Entonces vendrán los romanos y destruirán nuestro templo y a todo el país.
y Jasón los ha recibido en su casa. Desobedecen las leyes del emperador de Roma, y dicen que tienen otro rey que se llama Jesús'.
Pero les pidieron a Jasón y a los otros hermanos que pagaran una fianza, y los dejaron ir. Pablo y Silas en Berea