Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Hechos 13:1

Biblia Lenguaje Sencillo (Nuevo Testamento)

En la iglesia de Antioquía estaban Bernabé, Simeón 'el Negro', Lucio el del pueblo de Cirene, Menahem y Saulo. Menahem había crecido con el rey Herodes Antipas. Todos ellos eran profetas y maestros.

Ver Capítulo Copiar

34 Referencias Cruzadas  

Los soldados salieron con Jesús. En el camino encontraron a un hombre llamado Simón, que era del pueblo de Cirene, y obligaron a ese hombre a cargar la cruz de Jesús.

Juan el Bautista, el hijo de Zacarías, vivía en el desierto. Dios le habló allí en el desierto cuando Tiberio tenía ya quince años de ser el emperador romano, y Poncio Pilato era el gobernador de la región de Judea. En ese tiempo Herodes Antipas gobernaba en la región de Galilea; por su parte Filipo, el hermano de Herodes, gobernaba en las regiones de Iturea y Traconítide; Lisanias gobernaba en la región de Abilene. Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes del pueblo judío.

Bernabé y Saulo llevaron el dinero a Jerusalén y lo entregaron a los líderes de la iglesia.

Bernabé y Saulo terminaron su trabajo en Jerusalén y regresaron a Antioquía. Con ellos se llevaron a Juan Marcos.

Entonces Saulo, que también se llamaba Pablo y tenía el poder del Espíritu Santo, miró fijamente al brujo y le dijo:

Además, como Judas y Silas eran profetas, hablaron con los seguidores de Jesús. Los tranquilizaron y los animaron mucho.

Pablo puso sus manos sobre la cabeza de esos doce hombres y, en ese momento, el Espíritu Santo vino sobre ellos. Entonces comenzaron a hablar en idiomas extraños y dieron mensajes de parte de Dios.

Felipe tenía cuatro hijas solteras, que eran profetisas.

Esto también lo hizo un hombre de la tribu de Leví, que había nacido en la isla de Chipre. Se llamaba José, pero los apóstoles le decían Bernabé, que significa 'El que consuela a otros'.

Saulo estaba furioso y amenazaba con matar a todos los seguidores del Señor. Por eso fue a pedirle al jefe de los sacerdotes unas cartas con un permiso especial. Quería ir a la ciudad de Damasco y sacar de las sinagogas a todos los que siguieran las enseñanzas de Jesús, para llevarlos presos a la cárcel de Jerusalén.

Les envía saludos Timoteo, que trabaja conmigo. También les envían saludos Lucio, Jasón y Sosípatro, que son judíos como yo.

Si el hombre ora a Dios o habla en su nombre con la cabeza cubierta, no le da a Cristo la honra que merece.

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas.

Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios.

Y si algunos hablan de parte de Dios, que sean sólo dos o tres personas. Los demás deben prestar atención para ver si el mensaje es de parte de Dios o no.

La persona que hable de parte de Dios podrá decidir cuándo hablar y cuándo callar.

¿Acaso sólo Bernabé y yo estamos obligados a trabajar para vivir?

Pedro y los judíos disimularon muy bien sus verdaderos sentimientos, y hasta el mismo Bernabé les creyó.

Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los líderes más importantes de la iglesia, se dieron cuenta de ese privilegio que Dios me había dado. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo anunciaríamos la buena noticia a los que no son judíos, y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano.

Él fue quien les dio a unos la capacidad de ser apóstoles; a otros, la de ser evangelistas; y a otros, la de ser pastores y maestros.

También los saludan todos los que aquí forman parte del pueblo de Dios, especialmente los que trabajan para el emperador romano.

Y si él les da la capacidad de profetizar, no la desprecien.




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios