Al día siguiente, mientras el soldado y los sirvientes se acercaban al puerto de Jope, Pedro subió a la azotea de la casa para orar. Era como el mediodía.
'Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le pide en secreto.
Un día, a eso de las tres de la tarde, Cornelio tuvo una visión, en la que claramente veía que un ángel de Dios llegaba adonde él estaba y lo llamaba por su nombre.
No se olviden de orar. Y siempre que oren a Dios, háganlo dirigidos por el Espíritu Santo. Manténganse en estado de alerta, y no se den por vencidos. Oren siempre, pidiendo por todos los que forman parte del pueblo de Dios.