Debemos amarlo con todo nuestro ser, y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. Estos mandamientos son más importantes que cumplir todos los ritos y deberes religiosos.
Al día siguiente, al ver que Jesús se acercaba, Juan le dijo a toda la gente:
'¡Aquí viene el Cordero de Dios! Por medio de él, Dios les perdonará a ustedes todos sus pecados.
La ley de Moisés era sólo una muestra de lo bueno que Dios nos iba a dar, y no lo que en verdad nos daría. Por eso, la ley nunca puede hacer perfectos a los que cada año van al santuario a ofrecer a Dios los mismos sacrificios de siempre.
En primer lugar, dice que Dios no quiere sacrificios, ni ofrendas, ni animales quemados sobre el altar, y que no le gustan, aunque la ley manda que sean presentados.
Todo esto se hizo así para mostrarnos lo que ahora es más importante: No podemos sentirnos perdonados sólo por haber ofrecido ofrendas y sacrificios en el culto.