En realidad, Abraham fue circuncidado para demostrar que Dios ya lo había aceptado por confiar en él. Fue así como Abraham se convirtió en el padre de todos los que confían en Dios, aunque no estén circuncidados.
Por eso, para que la promesa de Dios tuviera valor para los descendientes de Abraham, Dios no pidió nada a cambio. Hizo la promesa para todos los que confiaran en él. No sólo para los que obedecen la ley, sino también para los que confían como Abraham. Por eso Abraham es el padre de todos nosotros.
Por eso, la bendición que Dios prometió darle a Abraham es también para los que no son judíos. Así que si confiamos en Cristo, recibiremos el Espíritu que Dios nos ha prometido. La ley y la promesa
Hermanos míos, ustedes son como Isaac, el hijo que Dios le prometió a Abraham. Y digo que son como él porque son los hijos que Dios le había prometido.