ni fui a Jerusalén para pedir la opinión de aquellos que ya eran apóstoles. Más bien, me fui inmediatamente a la región de Arabia, y luego regresé a la ciudad de Damasco.
En Damasco vivía un seguidor de Jesús llamado Ananías. En una visión que tuvo, oyó que el Señor lo llamaba:
--¡Ananías! ¡Ananías!
--Señor, aquí estoy --respondió.
Y el Señor le dijo: