Yo sabía muy bien que todos ustedes compartirían mi alegría. Pero tampoco era mi intención que ustedes me pusieran triste, cuando más bien deberían alegrarme. Por eso decidí escribirles en vez de ir a visitarlos.
Con ellos dos les enviamos a otro seguidor de Cristo que muchas veces, y de distintas maneras, ha mostrado su deseo de ayudar. Ahora más que nunca desea hacerlo, pues confía mucho en ustedes.
Estoy seguro de que ustedes estarán de acuerdo conmigo, pues somos cristianos. Y no tengo la menor duda de que Dios castigará a quien los está molestando, no importa quién sea.