Los setenta y dos discípulos que Jesús había enviado regresaron muy contentos y le dijeron:
--¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando los reprendemos en tu nombre!
Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo.
Ustedes, los esclavos, deben obedecer en todo a sus amos aquí en la tierra. No lo hagan para quedar bien con ellos y sólo cuando los estén mirando. Más bien, háganlo con sinceridad y por respeto al Señor.