Se armó entonces un gran alboroto, en el que todos gritaban. Algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, dijeron: 'No creemos que este hombre sea culpable de nada. Tal vez un ángel o un espíritu le ha hablado'.
Hermanos en Cristo, hay mucho que ustedes todavía no saben. Por eso voy a explicarles el plan que Dios tenía en secreto. Algunos de los judíos se han vuelto muy tercos y no quieren creer en Jesucristo. Pero sólo se portarán así hasta que los no judíos pasen a formar parte de su pueblo.
Dios puede hacer que ustedes se mantengan firmes en la vida que Jesucristo nos ha dado. ¡Alabémoslo! Así lo dije cuando les anuncié la buena noticia y les hablé de Jesucristo. Esto va de acuerdo con el plan que Dios nos dio a conocer, y que mantuvo en secreto desde antes de crear el mundo.
Nada se gana con hablar bien de uno mismo. Pero tengo que hacerlo. Así que ahora les voy a contar las visiones que tuve, y lo que el Señor Jesucristo me dio a conocer.
Le pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, es decir, al Padre maravilloso, que les dé su Espíritu para que sean sabios y puedan entender cómo es Dios.
Y el plan secreto es este: Por medio de Jesucristo, todos los que no son judíos también pueden recibir la salvación y las promesas dadas al pueblo de Israel, y formar con él un solo pueblo. Todo lo que tienen que hacer es aceptar esa buena noticia.
Y lucho para animarlos a todos, y para que se mantengan unidos en el amor de Cristo, y así lleguen a tener la plena seguridad de comprender todo el plan que Dios y Cristo tenían en secreto.
Oren también por nosotros. Pídanle a Dios que podamos anunciar libremente el mensaje y explicar el plan secreto de Cristo. Precisamente por anunciarlo ahora estoy preso.
Silvano me ha ayudado a escribirles esta breve carta. Yo lo considero un fiel seguidor de Cristo, y alguien en quien se puede confiar.
Les he escrito para darles consejos y asegurarles que todo lo bueno que Dios les ha dado demuestra que él los ama mucho. ¡Nunca duden del amor de Dios!
Recuerden que nuestro Señor Jesucristo nos trata con paciencia, para que podamos ser salvos. Nuestro querido compañero Pablo también les ha escrito acerca de esto, y fue Dios mismo quien se lo explicó.