Cornelio sintió miedo, pero miró fijamente al ángel y le respondió: '¿Qué desea mi Señor?'
El ángel le dijo:
'Dios ha escuchado tus oraciones, y está contento con todo lo que haces para ayudar a los pobres.
El templo se llenó con el humo que salía de la grandeza y del poder de Dios. Y a nadie se le dejaba entrar en el templo antes de que llegaran las siete plagas terribles que llevaban los siete ángeles.
Después vino otro ángel con un tazón de oro, y en ese tazón pusieron mucho incienso, para que lo ofreciera ante el altar junto con las oraciones del pueblo de Dios.