Las semillas que cayeron en buena tierra representan a los que oyen el mensaje de Dios y lo aceptan con una actitud obediente y sincera. Estos últimos se mantienen firmes y sus acciones son buenas. El ejemplo de la luz
'A los seguidores que me diste les he mostrado quién eres. Ellos eran tuyos, y tú me los diste, y a través de mí han obedecido todo lo que les ordenaste.
Cuando Juan estaba a punto de morir, les dijo a los israelitas: 'Yo no soy el Mesías que Dios les prometió. Él vendrá después, y yo ni siquiera merezco ser su esclavo'.
No me preocupa si tengo que morir. Lo que sí quiero es tener la satisfacción de haber anunciado la buena noticia del amor de Dios, como me lo ordenó el Señor Jesús.
Timoteo, hijo mío, las cosas que te pido hacer están de acuerdo con las profecías que se dijeron acerca de ti. Si cumples con ellas serás como un buen soldado que sabe pelear.
Imita al deportista que se esfuerza por ganar la competencia: haz todo lo posible por ser un buen discípulo de Jesucristo, y recibirás el premio de la vida eterna. Dios te llamó y te prometió esa vida cuando delante de mucha gente anunciaste que habías confiado en Dios.
Timoteo, ¡trata de hacer bien tu trabajo! No prestes atención a lo que dicen los que no creen en Cristo, ni pongas atención a los que discuten criticando nuestras enseñanzas. Esa gente dice saber cuál es la verdad,
Pero tú, Timoteo, sabes bien lo que yo enseño y cómo vivo. Sabes lo que pienso hacer y cuánto confío en Dios. Has visto mi paciencia, mi amor y mi fuerza para soportar las dificultades.
'Todos en el mundo tendrán dificultades y sufrimientos. Así veré quién confía en mí y quién no. Pero a ti te protegeré, porque tú me obedeciste cuando te ordené que no dejaras de confiar en mí.
'Estoy enterado de todo lo que haces, y sé que me has obedecido en todo y nunca has negado conocerme, a pesar de que tienes poco poder. Por eso, pon atención: Voy a darte la oportunidad de servirme, y nadie te lo podrá impedir. Yo te he abierto la puerta, y nadie podrá cerrarla.
Entonces Dios les dio ropas blancas y les dijo que debían esperar un poco más, porque aún no habían muerto todos los cristianos que debían morir como ellos. El sexto sello