Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mandó al infierno. Allí están, encadenados en la oscuridad, hasta que llegue el día en que Dios juzgue a todos.
'Luego les diré a los malos: '¡Aléjense de mí! Dios tiene sólo cosas malas para ustedes. Váyanse al fuego que nunca se apaga, al fuego que Dios preparó para el diablo y sus ayudantes.
Jesús ordenó al espíritu malo:
--¡Espíritu malo, sal de este hombre!
Entonces el espíritu malo le contestó a gritos:
--¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? ¡No me hagas sufrir! ¡Por Dios, te pido que no me hagas sufrir!
El padre de ustedes es el diablo, y ustedes tratan de hacer lo que él quiere. Siempre ha sido un asesino y un gran mentiroso. Todo lo que dice son sólo mentiras, y hace que las personas mientan.
Dios tampoco perdonó a la gente malvada que vivía en tiempos de Noé. Más bien, les envió el diluvio y todos murieron. Sólo salvó a Noé, que le enseñaba a la gente a vivir haciendo el bien, y junto con Noé salvó a otras siete personas.
Esto nos demuestra que Dios sabe solucionar los problemas y dificultades que tienen los que le obedecen, y que también sabe castigar a los que hacen el mal. Y lo hará el día en que juzgue a todos.
Pero el que siempre hace lo malo es amigo del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el día en que Dios creó al mundo. Por esta razón vino el Hijo de Dios al mundo: para destruir todo lo que hace el diablo.
Son gente violenta. Todos pueden ver lo malo que hacen, pues sus maldades son como la espuma de las violentas olas del mar. Son como estrellas perdidas que están condenadas a viajar todo el tiempo en la más terrible oscuridad.
Así pasó también con los ángeles que rechazaron y dejaron el lugar de honor que Dios les había dado. Dios los tiene atados para siempre con cadenas, y están encerrados en lugares oscuros hasta que llegue el gran día del juicio final.
Y el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago donde el azufre arde en llamas, donde también fueron arrojados el monstruo y el falso profeta. Allí serán atormentados todos ellos para siempre, de día y de noche. El juicio final