Esos falsos maestros son como pozos secos, sin agua; ¡como nubes llevadas por fuertes vientos! Dios los castigará echándolos para siempre a la más profunda oscuridad.
Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes: 'Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad; allí la gente llora y rechina los dientes de terror'.
Pero los que habían sido invitados primero a participar en el reino de Dios, serán echados a la oscuridad. Allí llorarán de dolor y rechinarán los dientes de miedo.
Ya no seremos como niños, que ahora piensan una cosa y más tarde piensan otra, y que son fácilmente engañados por las falsas enseñanzas de gente astuta que recurre a toda clase de trampas.
Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los mandó al infierno. Allí están, encadenados en la oscuridad, hasta que llegue el día en que Dios juzgue a todos.
Así pasó también con los ángeles que rechazaron y dejaron el lugar de honor que Dios les había dado. Dios los tiene atados para siempre con cadenas, y están encerrados en lugares oscuros hasta que llegue el gran día del juicio final.