Pero precisamente por hacer lo malo, una burra lo regañó: le habló con voz humana, y no lo dejó seguir haciendo esas tonterías.
Si a ustedes no se les puede confiar algo que vale tan poco como el dinero ganado deshonestamente, ¿quién les confiará lo que sí es valioso?
Muchas veces los castigué en las sinagogas para que dejaran de creer en Jesús. Tanto los odiaba que hasta los perseguí en otras ciudades.