Nada se gana con hablar bien de uno mismo. Pero tengo que hacerlo. Así que ahora les voy a contar las visiones que tuve, y lo que el Señor Jesucristo me dio a conocer.
Sé que hablar bien de mí es una locura, pero ustedes me han obligado a hacerlo. Yo soy tan capaz como esos superapóstoles, ¡así que son ustedes los que deberían hablar bien de mí!
Claro que hablar bien de mí no sería una locura, pues estaría diciendo la verdad. Pero no lo voy a hacer, porque no quiero que alguien piense que soy más importante de lo que en realidad soy, sólo por las cosas que hago o digo,