Jesús contestó:
--Ustedes están confundidos y no confían en Dios. ¿Acaso no pueden hacer nada sin mí? ¿Cuándo van a aprender? ¡Tráiganme aquí al muchacho!
Pablo estaba a punto de decir algo, cuando el gobernador Galión dijo a los judíos:
--Yo no tengo por qué tratar estos asuntos con ustedes, porque no se trata de ningún crimen.
Pablo le dijo:
--Me gustaría que en poco tiempo, o en mucho tiempo, su Majestad y todos los que están aquí fueran como yo. Pero claro, sin estas cadenas.
Dios es tan sabio que no permitió que la gente de este mundo lo conociera mediante el conocimiento humano. En lugar de eso, decidió salvar a los que creyeran en el mensaje que anunciamos, aun cuando este mensaje parezca una tontería.
¡No se engañen a ustedes mismos! Si alguno cree que es muy sabio y que sabe mucho de las cosas de este mundo, para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante.
Por obedecer a Cristo, la gente nos considera tontos. En cambio, gracias a Cristo, a ustedes los consideran sabios. Nosotros somos los débiles, y ustedes los fuertes. A ustedes los respetan, y a nosotros no.
Ustedes tienen ahora todo lo que desean: ya son ricos, y actúan como reyes, como si no necesitaran de nosotros. ¡Ojalá de veras fueran reyes! ¡Así nosotros podríamos reinar junto con ustedes!
Me da vergüenza decirlo, pero nosotros no nos atrevimos a tratarlos así. Pero ya que otros se atreven a presumir, yo también lo voy a hacer, aunque sea una locura.
Y es que ustedes aceptan con gusto a cualquiera que venga y les hable de un Jesús distinto del que nosotros les hemos anunciado. Aceptan un espíritu diferente del Espíritu Santo que recibieron, y un mensaje distinto del que aceptaron.
Sé que hablar bien de mí es una locura, pero ustedes me han obligado a hacerlo. Yo soy tan capaz como esos superapóstoles, ¡así que son ustedes los que deberían hablar bien de mí!