Aquel que es la Palabra
habitó entre nosotros
y fue como uno de nosotros.
Vimos el poder que le pertenece
como Hijo único de Dios,
pues nos ha mostrado
todo el amor y toda la verdad.
Por eso quiero que entiendan que ninguna persona guiada por el Espíritu Santo puede maldecir a Jesús. Y sólo los que hablan guiados por el Espíritu Santo reconocen que Jesús es el Señor.
No hay duda de que es muy profunda la verdad de la religión cristiana:
Cristo vino al mundo como hombre.
El Espíritu lo declaró inocente.
Los ángeles lo vieron.
Su mensaje se anunció
entre las naciones,
y el mundo creyó en él.
Fue llevado al cielo
y Dios lo colmó de honores.
Si alguien dice que esto no es cierto, es porque no tiene el Espíritu de Dios. Más bien tiene el espíritu del Enemigo de Cristo. Ustedes ya habían oído que este espíritu tenía que venir, y yo quiero decirles que ya está en el mundo.
En el mundo hay muchos que engañan a la gente diciendo que Jesucristo no vino al mundo como un hombre de verdad, de carne y hueso. Eso lo dice el Enemigo de Cristo, que es un mentiroso.