Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres. Pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo. Al contrario, ayúdense unos a otros por amor.
Al contrario, el amor debe hacernos decir siempre la verdad, para que en todo lo que hagamos nos parezcamos cada vez más a Cristo, quien gobierna sobre la iglesia.
Ahora ustedes obedecen el verdadero mensaje de Dios, y por eso Dios los ha limpiado de todo pecado: para que se amen unos a otros sinceramente, como hermanos. Así que, ámense mucho unos a otros, con todo su corazón y con todas sus fuerzas.
Yo a ustedes los quiero como a hijos. Por eso les escribo esta carta para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios Padre.