Una cosa quiero dejar bien clara para todas las iglesias: Todo hombre y toda mujer deben permanecer en la condición en que estaban cuando Dios los invitó a formar parte de su pueblo.
A esas personas les llamamos la atención y, con la autoridad que el Señor Jesucristo nos da, les ordenamos que trabajen para ganarse la vida, y que dejen de molestar a los demás.