¡No se engañen a ustedes mismos! Si alguno cree que es muy sabio y que sabe mucho de las cosas de este mundo, para ser sabio de verdad debe comportarse como un ignorante.
Por obedecer a Cristo, la gente nos considera tontos. En cambio, gracias a Cristo, a ustedes los consideran sabios. Nosotros somos los débiles, y ustedes los fuertes. A ustedes los respetan, y a nosotros no.
Cuando alguno de ustedes tenga un problema serio con otro miembro de la iglesia, no debe pedirle a un juez de este mundo que lo solucione. Más bien debe pedírselo a un juez de la iglesia.