En su camino a Jerusalén pasaron por las regiones de Fenicia y Samaria. Allí les contaron a los cristianos judíos que mucha gente no judía había decidido seguir a Dios. Al oír esta noticia, los cristianos judíos se alegraron mucho.
Los que se llevaron a Pablo lo acompañaron hasta la ciudad de Atenas, pero Pablo les pidió que, cuando regresaran a Berea, les avisaran a Silas y a Timoteo que fueran a Atenas lo más pronto posible. Pablo en Atenas
Pasados los siete días decidimos seguir nuestro viaje. Todos los hombres, las mujeres y los niños nos acompañaron hasta salir del poblado. Al llegar a la playa, nos arrodillamos y oramos.
Buenos Puertos no era un buen lugar para pasar el invierno. Por eso, todos creían que lo mejor era seguir y tratar de llegar al puerto de Fenice para pasar allí el invierno. Fenice estaba en la misma isla de Creta, y desde allí se podía salir hacia el noroeste y el sudoeste. Tempestad en el mar
pienso pasar por allí cuando vaya a España. No podré quedarme mucho tiempo con ustedes, pero sé que disfrutaré de su compañía, y espero que me ayuden a seguir mi viaje.
No lo traten mal. Ayúdenlo a continuar su viaje con tranquilidad, para que pueda venir a verme, pues lo estoy esperando junto con los otros hermanos de la iglesia.
Tenía la idea de visitarlos en mi viaje hacia la región de Macedonia, y a mi regreso pasar otra vez por allí. Así ustedes podrían ayudarme a seguir mi viaje a la región de Judea.
Voy a mandarte a Artemas o a Tíquico. Tan pronto uno de ellos llegue, haz todo lo posible por venir a visitarme en Nicópolis, porque allí pienso pasar el invierno.